jueves, 18 de noviembre de 2010

Haydn - Chello concierto No. 1

Este concierto fue compuesto por Joseph Haydn entre 1761 y 1765 para Joseph Weigl, destacado chelista de la orquesta de Esterházy que dirigía Haydn. Este concierto se creía perdido hasta 1961, cuando apareció en el Museo Nacional de Praga, entre diversos documentos pertenecientes al Castillo Radenin.

Como en otras obras compuestas para Weigl, se le exige al solista un gran virtuosismo. Las cadenzas del primer y segundo movimientos no son originales del compositor; normalmente, el chelista toca cadenzas de compositores anónimos del siglo XVIII u otras compuestas después de 1961.

Interpreta en el chello Jacqueline du Pré


Haydn Cello concerto 1


Que lo disfruten, altamente recomendado.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Boccherini Concierto para Chello No.9 - Jacqueline du Pré

Luigi Rodolfo Boccherini (Lucca, 19 de febrero de 1743 - Madrid, 28 de mayo de 1805) fue un chelista y un compositor italiano, perteneciente al Estilo galante y pionero del periodo clásico en la música. Boccherini compuso 12 conciertos para chello, el noveno concierto para chello fue arreglado por el chelista alemán Friedrich Grützmacher, versión que Jacqueline du Pré tocó junto al director John Barbirolli y la orquesta sinfónica de londres en 1967. 


Que lo disfruten

jueves, 4 de noviembre de 2010

Arthur Rubinstein

Arthur Rubinstein (Łódź, Polonia, 28 de enero de 1887 - Ginebra, 20 de diciembre de 1982) fue un pianista polaco de origen judío, célebre por sus interpretaciones de Chopin y de muchos otros compositores. Fue el séptimo hijo de una familia judía de tejedores afincada en Polonia. Empezó a estudiar piano a los tres años. Poco después pasó a la tutela del músico Alexander Rozincki, que rápidamente se desesperó ante la pereza del pupilo para realizar los ejercicios que se le exigían. Su enorme talento musical le llevó sin embargo a dar su primer concierto en público cuando contaba sólo con seis años. Las posteriores experiencias con profesores polacos siguieron igualmente un curso desafortunado, y en 1897 marchó a Berlín para conocer a Joseph Joachim, afamado violinista y amigo de Johannes Brahms. El músico alemán quedó maravillado y se ocupó inmediatamente de su educación musical, en la cual también participaron Max Bruch, Heinrich Barth y Robert Kahn. En 1900 se presentó ante el público berlinés bajo la dirección de Joseph Joachim y acompañado por la Orquesta Filarmónica de la ciudad interpretando el Concierto para piano no. 23 de Mozart, el Concierto para piano no. 2 de Camille Saint-Saëns, piezas de Schumann y de Chopin. Le siguieron otros conciertos en Alemania y en Polonia.

En 1904 debutó en París, donde poco más tarde fijaría su residencia. Dos años después daría su primer concierto en los Estados Unidos, en el Carnegie Hall, con la Orquesta Filarmónica de Filadelfia. El recibimiento fue frío, y la gira posterior en tierras norteamericanas tampoco estuvo marcada por el éxito. Siguieron conciertos en Austria, Italia y Rusia. En 1912 debutó en Londres, donde se le pudo oír como solista y compañero del violonchelista Pau Casals. Durante la Primera Guerra Mundial vivió principalmente en la capital británica. Ejerció de traductor, pues dominaba ocho idiomas, y tocó junto al violinista Eugène Ysaye. Conciertos en Sudamérica y España (1916/1917) despertaron su interés por Isaac Albéniz, Manuel de Falla, Enrique Granados y Villa-Lobos, cuyas piezas pasarían a partir de entonces a formar parte de su repertorio. Debido a un juramento realizado al estallar la guerra, no volvió a actuar en Alemania a partir del 1914. En los años veinte, después de una segunda gira por los Estados Unidos, tocaría principalmente en Europa.

Durante toda esta época reconoce Rubinstein que se salió un poco del camino y se dedicó a la tarea principal de un niño prodigio, “librarse de la inmadurez”. Según sus confesiones, se entregó a los placeres carnales; falto de ganas y de disciplina, se dedicaba al piano y en los conciertos confiaba ciegamente en su talento y su musicalidad: “De joven era vago. Tenía talento, pero había muchas cosas en la vida que me interesaban más. Grandes vinos, mujeres guapas, en la relación 20% y 80%, respectivamente”, motivo por el cual posiblemente nunca alcanzó la perfección técnica de sus concurrentes. Se designaba a sí mismo como “el último tahúr” entre los pianistas, hecho que posiblemente determinaba sus lugares de actuación. Le agradaba tocar en los países del sur, especialmente en España. Allí gustaba su temperamento desenfrenado, su ligereza, su ímpetu. Los cuatro conciertos planeados para el año 1916 pronto terminaron siendo más de cien. Se hizo amigo de la Casa Real, y el rey Alfonso le otorgó un pasaporte español para que pudiera viajar libremente en sus recitales en plena Primera Guerra Mundial. Tal era su reconocimiento que muchos países de habla hispana le declararon hijo adoptivo y se convirtió en uno de los más significantes intérpretes de su música. No gozaba de la misma celebridad en los Estados Unidos e Inglaterra. Dice Rubinstein con cierto sarcasmo y autocrítica: “La gente allí cree que paga para oír todas las notas. Yo, pero, dejo caer unas cuantas debajo de la mesa, alrededor de un 30%, y la gente se siente estafada. No podía estar sentado de ocho a diez horas delante del piano. Yo vivía para cada minuto. Admiro a Leopold Godowsky. Necesitaría quinientos años para tener su técnica. ¿Pero qué tuvo él de todo esto? Era un hombre infeliz, tenso, que se sentía mal cuando no estaba sentado al piano. ¿No dejó pasar su vida?”. Alguna vez dijo Rubinstein que Paul Dukas contribuyó a su salvación: “Diviértase cuanto quiera, pero no se eche a perder. París no es para usted. Vuelva a Polonia, encárguese de curarse en cuerpo y moral, beba leche, salga a montar en caballo, váyase a dormir a horas decentes, conviértase en un hombre honrado”, le dijo. Añade Rubinstein: “Fue un consejo muy sabio, y lo mejor es que lo seguí.”

Al parecer, dos hechos harían dar un giro a su vida, en ese momento: su boda en 1932 con Aniela Mlynarski, hija del famoso director polaco, y la brillante actuación de Horowitz en París. Según palabras del propio Rubinstein: “Vi en él al nuevo Liszt, capaz de dominar su época. Quería tirar todo por la ventana. Antes de morir, quiero demostrar aquello de lo que soy capaz. Cerré los puños, no por mucho tiempo debido a mi profesión, los abrí de nuevo y empecé a trabajar duramente. Tenía que vengarme. No de Horowitz, sino de mí mismo”.

Desde este momento asumió Rubinstein con renovadas fuerzas su dedicación a la música, se impuso autodisciplina y llegó a practicar hasta dieciséis horas al día. Semejante esfuerzo tuvo su recompensa, ya que tras su reaparición en el Carnegie Hall en el año 1937 fue aclamado como un genio y toda la gira por los Estados Unidos fue triunfal. Pudieron al fin escuchar el porcentaje de notas pertinente. Con cincuenta años se había convertido en un gran pianista.

Tras la invasión alemana de París en la Segunda Guerra Mundial, se trasladó con su familia a los Estados Unidos, país cuya nacionalidad obtuvo en 1946.

En las décadas siguientes dio conciertos por todo el mundo, realizó multitud de grabaciones y trabajó con músicos de renombre como Jascha Heifetz, Emanuel Feuermann, Henryk Szeryng y Gregor Piatigorsky. En 1958 volvió a tocar, después de más de veinte años de ausencia, en Polonia, donde el público le honró con lágrimas y una ovación en pie, la segunda en la historia de este país, después de la que recibiera Paderewski. Siguió tocando hasta una edad muy avanzada, siendo capaz de interpretar en una misma noche los dos conciertos de Brahms. Una ceguera progresiva le obligó a retirarse en 1976 ante el público londinense en Wigmore Hall.


Les presento a un pianista realmente maravilloso, una interpretación magistral de obras de Rachmaninoff.

Arthur Rubinstein

Que disfruten este sublime disco.

lunes, 25 de octubre de 2010

Sviatoslav Richter

Sviatoslav Teofílovich Richter (20 de marzo de 1915 – 1 de agosto de 1997) fue un pianista soviético, reconocido como uno de los grandes pianistas del siglo XX, célebre por la profundidad de sus interpretaciones, su técnica virtuosística y su amplio repertorio.
Richter nació en Zhytomyr, Ucrania, de padre expatriado alemán y madre rusa. Creció en Odessa. Fue autodidacta, algo poco habitual en estos casos, aunque su padre -pianista y organista- y uno de los alumnos de su padre -un arpista checo- le dieron una educación musical básica. Richter era un excelente lector a primera vista, y practicaba regularmente con las compañías locales de ópera y ballet. Empezó a trabajar en la Ópera de Odessa como pianista acompañante en los ensayos.


El 10 de marzo de 1934 dio su primer recital en el club de ingenieros de Odessa, pero no empezó a estudiar formalmente piano hasta tres años después, cuando decidió buscar a Heinrich Neuhaus, famoso pianista y profesor en el Conservatorio de Moscú. Durante la audición, Neuhaus le susurró a otro estudiante: "Este hombre es un genio". Aunque Neuhaus dio clase a muchos grandes pianistas, entre ellos Emil Gilels y Radu Lupu, se dice que consideraba a Richter su "alumno genial, al que había estado esperando toda la vida", a la vez que admitía que no había podido enseñarle "nada".

En sus comienzos, Richter también hizo sus pinitos en la composición, e incluso parece que tocó algunas de sus composiciones en la audición de Neuhaus. Sin embargo, abandonó la composición poco después de mudarse a Moscú. Años después, explicó esta decisión: "Quizás la mejor manera de explicarlo es que no tiene sentido traer más mala música al mundo".

En 1940, todavía estudiante, estrenó la Sonata para piano no. 6 de Sergéi Prokófiev, compositor a cuyas obras quedaría asociado para siempre. Se hizo famoso por saltarse las clases obligatorias de adoctrinamiento político en el conservatorio y por ser expulsado dos veces en su primer año. Siempre fue un extraño a la política de la Unión Soviética, y nunca se unió al Partido Comunista.

Richter era abiertamente gay, en la medida en que era posible a principios y mediados del siglo XX en la Unión Soviética. Su homosexualidad no era desconocida para aquellos que le conocían bien. Este hecho contribuyó especialmente a que fuera algo reservado y retraído.

Richter conoció a la soprano Nina Dorliak en 1945. Poco después la acompañó en un programa que incluía canciones de Nikolai Rimsky-Korsakov y Prokofiev. "Éste fue el primer encuentro de una asociación que duraría el resto de sus vidas. Richter y Dorliak nunca se casaron oficialmente, pero eran compañeros inseparables. Ella era el contrapunto a su naturaleza impulsiva. Le daba cuerda a su reloj, le recordaba sus citas y organizaba sus compromisos profesionales".

En 1949 ganó el Premio Stalin, lo cual le llevó a dar varias giras de conciertos en Rusia, Europa del Este y China. Richter dio sus primeros conciertos fuera de la Unión Soviética en Checoslovaquia en 1959.[7] En 1952, Richter fue invitado a interpretar el papel de Franz Liszt en la versión rusa de la película Glinka de 1946, sobre la vida del compositor Mijaíl Glinka, llamada Kompozitor Glinka. El papel principal fue interpretado por Borís Smirnov.

En 1960 desafió a las autoridades al tocar en el funeral de Boris Pasternak.


Richter se dio a conocer en Occidente gracias a grabaciones de los años 50. Uno de sus primeros defensores fue Emil Gilels, quien durante su primera gira estadounidense, en la que recibió magníficas críticas, dijo: "Esperen a escuchar a Richter".

Richter dio sus primeros conciertos en Europa Occidental en mayo de 1960, cuando se le permitió tocar en Finlandia. Ese mismo año le fue permitido tocar en Estados Unidos. Su debut tuvo lugar el 15 de octubre de 1960 en Chicago, donde tocó el Concierto para piano nº 2 de Johannes Brahms, acompañado de la Orquesta Sinfónica de Chicago y Erich Leinsdorf, y consiguió muy buenas críticas.  La gira de 1960 culminó con una serie de conciertos en el Carnegie Hall.

Sin embargo, Richter afirmó que no le gustaba tocar en Estados Unidos. A causa de un incidente en 1970 en el Alice Tully Hall de Nueva York, cuando un grupo de manifestantes antisoviéticos irrumpió en un concierto de Richter y David Oistrakh, Richter juró que no volvería.

En 1961 tocó por primera vez en Londres. Su primer recital, con obras de Haydn y Prokofiev fue recibido con hostilidad por los críticos británicos. Concretamente, Neville Cardus dijo que su estilo era "provinciano", y se preguntaba por qué había sido invitado a Londres, si tenía la ciudad tantos pianistas de "segunda clase" propios. Tras el concierto del 18 de julio de 1961, donde interpretó los dos conciertos para piano de Franz Liszt, los críticos cambiaron de parecer.


Aunque disfrutaba al dar conciertos en público, Richter odiaba planear las temporadas de conciertos, y en sus últimos años solía tocar en conciertos anunciados con poca antelación, en salas pequeñas y oscuras, tan sólo con una lámpara para iluminar la partitura. Richter afirmaba que de esta manera el público podía concentrarse en la música, en vez de en sucesos irrelevantes como los gestos y muecas del intérprete.

En 1986, Richter se embarcó en una gira de seis meses por Siberia, y dio unos 150 recitales; a veces tocaba en pueblos pequeños, donde ni siquiera había una sala de conciertos. Se dice que, en sus últimos años, Richter contempló la posibilidad de dar conciertos gratis.

Al final de los años 80, la técnica de Richter decayó parcialmente debido a su edad y a problemas de corazón. Este proceso de envejecimiento continuó en los 90, y le causó gran frustración. Sin embargo, en 1995 seguía tocando las piezas más difíciles del repertorio pianístico, incluyendo el ciclo Miroirs de Maurice Ravel, la Sonata para piano no. 2 de Sergéi Prokófiev, y los estudios y Balada no. 4 de Frédéric Chopin.

Su última interpretación grabada fue un concierto de 1994 con la Orquesta Sinfónica Shinsei de Japón y su amigo Rudolf Barshai como director, en el que tocó tres conciertos de Mozart.

El último recital tuvo lugar en una reunión privada en Lübeck, Alemania, el 30 de marzo de 1995. El programa incluyó dos sonatas de Haydn y las Variaciones y fuga sobre un tema de Beethoven, de Max Regger, pieza para dos pianos que interpretó con el pianista Andreas Lucewicz.

Richter murió en su casa a las afueras de Moscú, de un ataque al corazón. Había atravesado un largo periodo de depresión debido a su incapacidad para actuar en público. En el momento de su muerte, Richter estaba aprendiendo los Fünf Klavierstucke, D. 459, de Schubert.


En palabras del propio Richter, "mi repertorio da para unos ochenta programas diferentes, sin contar la música de cámara". Efectivamente, el repertorio de Richter se extendía desde Handel y Bach hasta Karol Szymanowski, Alban Berg, Anton Webern, Igor Stravinsky, Béla Bartók, Paul Hindemith, Benjamin Britten, y George Gershwin, aunque con importantes omisiones como las Variaciones Goldberg, de Bach; la Sonata para piano nº 21 Waldstein, la Claro de Luna, el Concierto para piano nº 4 y el Concierto para piano nº 5 de Beethoven, la Sonata en la mayor D. 959 de Schubert, el Concierto para piano nº 3 de Prokofiev y el Concierto para piano nº 3 de Rachmaninov.

Richter trabajaba incansablemente para aprender nuevas obras. Por ejemplo, a finales de los 80 aprendió las variaciones sobre Paganini y Handel de Brahms, y en los 90, los estudios de Debussy, los conciertos para piano de Saint-Saëns, Gershwin, Mozart, así como sonatas de Bach y Mozart que no había incluido previamente en sus programas. De hecho, Richter estaba aprendiendo música cuando murió.

En su repertorio eran obras fundamentales las de Franz Schubert, Robert Schumann, Beethoven, J.S. Bach, Chopin, Liszt, Prokofiev, Claude Debussy y otros muchos. Se dice que aprendió de memoria el segundo libro de El clave bien temperado de Bach en un mes.

Estrenó la Sonata nº 7 de Prokofiev, que estudió en cuatro días, y la nº 9, que Prokofiev le dedicó. Además de su carrera como solista, dio también conciertos de música de cámara con compañeros como Mstislav Rostropóvich, Rudolf Barshai, David Oistrakh, Oleg Kagan, Yuri Bashmet, Natalia Gutman, Zoltan Kocsis, Elisabeth Leonskaya, Benjamin Britten y los miembros del Cuarteto Borodin. Richter también acompañó a menudo a cantantes como Dietrich Fischer-Dieskau, Peter Schreier, Galina Pisarenko y, por supuesto, su compañera Nina Dorliak.

Con ustedes su interpretación de obras de Rachmaninoff, el segundo concierto para piano, y  cinco preludios.

Sviatoslav Richter

Pianista realmente supremo.

Que lo disfruten

sábado, 16 de octubre de 2010

Alicia de Larrocha

Alicia de Larrocha i de la Calle, (Barcelona, 23 de mayo de 1923 - Barcelona, 25 de septiembre de 2009) fue una pianista española, reconocida como la de mayor proyección internacional, y una de las mejores intérpretes de piano del siglo XX especialmente en obras de Mozart y del repertorio español. Pianista precoz, empezó sus estudios musicales a la edad de tres años: Descubierta por Frank Marshall, discípulo de Enrique Granados, la incorporó a la prestigiosa Academia Granados, de la que era continuador. Allí conoció a Arthur Rubinstein, Alfred Cortot y otros grandes pianistas de la época.

Interpretó su primer concierto con seis años, en la Exposición Universal de Barcelona de 1929, y a los once participó en su primer concierto oficial, con la Orquesta Sinfónica de Madrid. A partir de 1939 ofreció conciertos con diferentes orquestas europeas, pero es en 1954 al protagonizar una gira por los Estados Unidos con la Orquesta Filarmónica de Los Angeles, invitada por Alfred Wallenstein, cuando empieza su reconocimiento internacional por su impecable técnica al piano. Desde entonces, hasta el 2003 (año de su despedida de los escenarios), dio más de 3.500 conciertos por los 5 continentes, aunque fue en Norteamérica donde fue más requerida, haciendo 3 giras anuales (de tres meses cada una).

Alicia de Larrocha grabó multitud de obras al piano, pero es especialmente reconocida por sus interpretaciones de autores españoles. En particular, composiciones de Manuel de Falla, Enrique Granados e Isaac Albéniz —autor este último al que estuvo ligada a lo largo de su vida, con sus versiones de la suite Iberia— o de ediciones como la de las sonatas de Antonio Soler, en 1967.

En 1950 contrajo matrimonio con, el también pianista, Juán Torra (fallecido en 1982) y tuvieron 2 hijos: Juán Francisco (1957) y Alicia (1959). Sólo tuvo una nieta, Claudia (1992).

En 1959, año del fallecimiento de su maestro Frank Marshall, fue nombrada Directora de la Academia Marshall, continuadora de la Academia Granados, donde además de supervisar la labor docente del centro impartía, cuando su dilatada agenda concertística se lo permitía, clases magistrales de piano, especialmente de música española.

La pianista falleció el viernes 25 de septiembre de 2009 en el Hospital Quirón de Barcelona a los 86 años como consecuencia de la evolución de un proceso cardiorrespiratorio.

Alicia de Larrocha deja una vasta discografía que consta de más de setenta grabaciones entre 1954 y 2002. Sus álbumes han sido editados, entre otros, por Decca, EMI, RCA, CBS, Philips (Eloquence), Sony, Ariola o RTVE. Y han sido reconocidos con 4 Premios Grammy como mejor solista instrumental de música clásica: en 1974 (por Iberia, de Albéniz), 1975 (Concierto de Ravel, y Fantasía de Faure), 1985 (Iberia, Navarra y Suite Española de Albéniz) y 1991 (Goyescas de Granados).

Su trayectoria discográfica ha sido también galardonada con 3 Premios Edison (1968, 1978 y 1989), 2 Grand Prix du Disque (1960, 1974), 2 Record of the Year (1971 y 1974), el Deutsche Schallplattenpreis (1979) y el Premio Franz Liszt (1980).

Con ustedes sus interpretaciones de los cinco conciertos para piano compuestos por Ludwin Van Beethoven, con Riccardo Chailly en la batuta y la Orquesta sinfónica de la Radio de Berlin.

Segundo
Tercero
Cuarto
Quinto

Que los disfruten, hermoso arte y virtuosismo de esta gran dama del piano.




domingo, 10 de octubre de 2010

Van Cliburn y el Emperador

Obra ya conocida por los seguidores del blog, el quinto concierto para piano de Beethoven, esta vez interpretado por Van Cliburn. Es electrizante. 

Que lo disfruten
Aqui

domingo, 3 de octubre de 2010

Van Cliburn, Un Gran Pianista

Van Cliburn (nacido Harvey Lavan Cliburn Jr., 12 de julio de 1934) es un pianista norteamericano que consiguió reconocimiento internacional en 1958, a los 23 años, cuando ganó el primer Concurso Internacional Chaikovski en Moscú, en plena Guerra Fría.

Cliburn nació en Shreveport (Louisiana), y empezó a recibir clases de piano a los tres años con su madre, Rildia Bee O'Bryan, que había sido alumna de Arthur Friedheim, alumno de Franz Liszt. Cuando él tenía seis años, la familia se mudó a Kilgore (Texas), y a los doce ganó un concurso de piano a nivel nacional que le permitió debutar con la Orquesta Sinfónica de Houston. Entro en la Juilliard School a los 17 años, y estudió con Rosina Lhévinne, que le enseñó en la tradición romántica rusa. A los 20, Cliburn ganó el Leventritt Award, y debutó en el Carnegie Hall.

El Concurso Internacional Chaikovski de 1958 fue un evento diseñado para demostrar la superioridad cultural soviética durante la Guerra Fría, poco después de su victoria tecnológica con el lanzamiento del Sputnik en octubre de 1957. El virtuosismo luminoso de Cliburn en la interpretación del Concierto para piano nº 1 de Chaikovski y del Concierto para piano nº 3 de Rachmaninov le hicieron ganar una ovación con el público en pie durante ocho minutos. El jurado soviético tuvo que pedir permiso a Nikita Jrushchov para conceder el primer premio a un estadounidense. "¿Es el mejor?" preguntó. "¡Entonces denle el premio!" La revista Time le dio una portada, proclamándolo "El tejano que conquistó Rusia". RCA Victor firmó con él un contrato exclusivo, y su grabación del Concierto para piano nº 1 de Chaikovski se convirtió en el primer álbum de música clásica que vendió millones de copias. Fue el álbum de música clásica mejor vendido durante más de una década. Cliburn ganó el Grammy en 1958 por la mejor interpretación solista con orquesta.

Cliburn actuó y grabó en los años 70, pero en 1978, tras las muertes de su padre y de su manager, se retiró de la vida pública. En 1987 fue invitado a tocar en la Casa Blanca para el presidente Ronald Reagan y el secretario general de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov, y después fue invitado a inaugurar la temporada número cien del Carnegie Hall.

Con más de 70 años todavía da un número limitado de recitales al año. Ha tocado para todos los presidentes de Estados Unidos desde Harry Truman. Cliburn reside hoy en Fort Worth, Texas suburbio de Westover Hills.


Con ustedes su interpretación del concierto para piano de Robert Schumann.


El Concierto para piano y orquesta en la menor de Robert Schumann es, de los tres conciertos escritos por el -—para piano, violín y violonchelo-—, el primero de ellos, opus 54, en la menor, el que ha alcanzado mayor difusión, y está considerado como una de las columnas básicas del repertorio para piano y orquesta. Schumann había compuesto en 1841 una fantasía para esta combinación, pero no estando satisfecho con ella la dejó reposar durante un tiempo. En 1845 la revisó cuidadosamente y añadió al inicial otros dos movimientos, con lo que formo su Concierto para piano. El resultado fue una obra singular, alejada del modelo de concierto establecido por Mozart y consolidado por Beethoven, que el propio Schumann calificó de «algo entre concierto, sinfonía y gran sonata».

El estreno tuvo lugar el 1 de enero de 1846 en Leipzig, teniendo a la esposa del compositor, Clara, como extraordinaria solista. Hasta casi el final de sus días, en 1896, tocó esta gran artista el concierto de su marido por las salas de concierto de Europa. Edvard Grieg (estudiante en el Conservatorio de Leipzig en aquellos momentos), escucharía el concierto, interpretado de nuevo por Clara Schumann, en 1859, y reflejará en su Concierto para piano y orquesta en la menor la influencia schumaniana.



Que lo disfruten

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