sábado, 25 de diciembre de 2010

Tchaikovsky - El cascanueces Op. 71

El cascanueces (en ruso: Щелкунчик, Shchelkúnchik) Op. 71 es un cuento de hadas-ballet en dos actos y tres escenas de Piotr Ilich Chaikovski (1840–1893), compuesto en 1891–1892. Chaikovski puso música a la adaptación de Alejandro Dumas (padre) del cuento El cascanueces y el rey de los ratones, de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (puesta en escena por Marius Petipa y encargado por el director de los Teatros Imperiales Iván Vsevolozhski en 1891). En los países occidentales El cascanueces se ha convertido quizá en el más popular de todos los ballets, principalmente representado en Navidad.

El ballet se estrenó junto con la ópera final de Chaikovski, Yolanta, el 18 de diciembre de 1892 en el Teatro Mariinski en San Petersburgo, Rusia.

El Ballet de la Ciudad de Nueva York estrenó el montaje teatral de El cascanueces a cargo de George Balanchine en 1954.[2] Como consecuencia, la tradición de bailar El cascanueces en su totalidad durante la Navidad se difundió en todos los Estados Unidos.

El cuento se ha publicado en muchas versiones, algunas llenas de color para los niños. El argumento se centra en una niña alemana llamada Clara Stahlbaum o Clara Silverhaus. En algunas representaciones de El cascanueces Clara se llama Marie o María. (En el cuento original de Hoffmann la niña se llama justamente Marie -o María-, mientras que Clara —o Klärchen— es el nombre de una de sus muñecas).

Primer acto

La obra empieza con una obertura «en miniatura», que da comienzo igualmente a la Suite. La música crea un ambiente propio de cuento de hadas mediante los registros altos de la orquesta. El telón se abre y muestra la casa de los Stahlbaum, en la cual se prepara la fiesta de la víspera de la Navidad. Clara, su hermanito Fritz y sus padres están celebrando la noche con amigos y familia, cuando entra el padrino misterioso, Herr Drosselmeyer, quien rápidamente saca un saco de regalos para todos los niños. Todos están felices, salvo Clara, que no ha recibido aún ningún regalo. Herr Drosselmeyer le muestra entonces tres muñecas de tamaño natural que bailan por turnos. Una vez que han acabado, Clara se acerca a Herr Drosselmeyer para pedirle un regalo, pero ya no le queda ninguno y Clara, decepcionada, corre a hacia su madre con lágrimas en los ojos.

Drosselmeyer saca luego un juguete, el cascanueces, con la forma de un soldado en uniforme tradicional de formación. Como los otros niños no lo quieren se lo da a Clara, que lo acepta con muestras de felicidad, pero su hermano lo rompe en un ataque de envidia.

La fiesta termina, suena el aire popular alemán Großvater Tanz y la familia Stahlbaum va a dormir. Mientras todos están acostados, Herr Drosselmeyer repara el Cascanueces. Cuando el reloj da la medianoche, Clara baja a hurtadillas a contemplar su querido cascanueces y oye a los ratones. No sabe si aún está soñando y trata de escapar, pero los ratones la detienen. El árbol de Navidad de repente se vuelve enorme, ocupando toda la habitación. El cascanueces cobra vida y junto a sus soldados defienden a Clara. El Rey de los ratones dirige al resto de roedores a la batalla. Aquí Chaikovski retoma el clima «de miniatura» de la obertura, y emplea los registros altos de la orquesta para la escena de la batalla.


Se sucede un enfrentamiento, y cuando Clara tira un zapato al rey de los ratones y le sujeta por la cola, el Cascanueces se lanza contra él y le hiere mortalmente. Los ratones lo recogen y se lo llevan en retirada. Después, el Cascanueces se convierte en un príncipe. En el cuento original de Hoffmann y en las versiones del Ballet Real de 1985 y 2001, el príncipe es el sobrino de Drosselmeyer, a quien el rey de los ratones había convertido en un Cascanueces, y todos los acontecimientos posteriores de la fiesta de Navidad han sido llevados a cabo por Drosselmeyer para eliminar el hechizo.

Clara y el príncipe viajan entonces a un mundo donde un grupo danzante de copos de nieve los saludan y donde hadas y reinas les dan la bienvenida bailando. El telón cae y termina el primer acto.

Segundo acto

Clara, el Cascanueces y Drosselmeyer llegan al Reino de los Dulces donde los recibe el Hada de Azúcar, su Caballero y el resto de los dulces. Se suceden una danza española, identificada con el chocolate, una china, a veces con el té, una árabes, Café, y una rusa, a veces Bastones de caramelo. La danza rusa es el Trepak), Mamá Jengibre y sus Polichinelas (a veces Bombones, o Payasos de la corte en la representación de Mijaíl Barýshnikov), las Flautas de lengüeta (a veces Pastoras de Marzipan o Mirlitons), el Hada de Azúcar, y el Vals de las Flores. Pero las danzas en el Reino de los Dulces no siempre siguen el mismo orden.

Después de las celebraciones, Clara se despierta bajo el árbol navideño con su cascanueces de madera, alegre por su maravillosa aventura, y cae el telón. Sin embargo, en la versión de Balanchine, nunca se ve a Clara despertándose, sino que tras todas las danzas en el Reino de los Dulces, ella y el Príncipe Cascanueces se deslizan en un trineo tirado por renos y finaliza la obra. El sueño ha sido real, como en el cuento original de Hoffmann. La versión del Ballet Real también lo representa de esta manera. Finalmente, el sobrino de Drosselmeyer, que había sido transformado en cascanueces, reaparece bajo forma humana en la juguetería de su tío.

La versión que les presento la interpreta Svetlanov y la orquesta sinfónica nacional de Rusia.


Que lo disfuten, Felices fiestas.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Max Bruch - Concierto para violín n.º 1

El Concierto para violín n.º 1 en sol menor, op. 26 fue compuesto por Max Bruch entre 1864 y 1866. Luego de varias revisiones, Bruch le dio forma final en 1868. La primera versión fue estrenada en Coblenza el 24 de abril de 1866 por O. von Königslöw al violín, bajo la dirección del propio Bruch. La versión final fue estrenada el 7 de enero de 1868 por Joseph Joachim bajo la batuta de Karl Reinthaler.


El concierto es la pieza más conocida de Bruch, y está considerado como uno de los más populares dentro del repertorio romántico alemán (junto a los de Brahms y Beethoven). Su popularidad ha eclipsado otras obras del compositor, sus otros conciertos para violín y su Fantasía escocesa.

Dado que Bruch no era violinista, durante la composición de la obra pidió ayuda a Joachim a quien finalmente dedicó la partitura.

El concierto está dividido en tres movimientos (los dos primeros unidos) y una ejecución media dura alrededor de 25 minutos. Los movimientos son:

I.Vorspiel - Allegro moderato
II.Adagio
III.Finale - Allegro energico

La interpretación es de Itzhak Perlman con la Royal Concertgebouw Orchestra y Bernard Haitink en la batuta, grabación de 1993


Que lo disfruten, es un gran concierto para violin, especialmente el primer movimiento.

martes, 7 de diciembre de 2010

Wolfgang Amadeus Mozart - REQUIEM


La Misa de Réquiem en re menor, K. 626, es una obra de Wolfgang Amadeus Mozart basada en los textos latinos para el acto litúrgico católico ofrecido en las defunciones, se trata de la decimonovena y última misa escrita por Mozart. Mozart murió antes de terminarla, en 1791. Aunque al parecer se tocaron extractos del Réquiem en una misa en memoria de Mozart celebrada el 10 de diciembre de 1791, el estreno de la obra completa se produjo en Viena el 2 de enero de 1793 en un concierto en beneficio de la viuda del músico austríaco. 






Interpreta el maestro Sergiu Celibidache al frente de la orquesta filarmónica de Münchner, grabación de 1995





Una grabación ALTAMENTE RECOMENDADA 
Que lo disfruten

Feliz Cumpleaños







miércoles, 1 de diciembre de 2010

Vladimir Sofronitsky


Vladimir Sofronitzki nació el 8 de mayo de 1901 en San Petersburgo. Su padre era un profesor de física y familia de línea su madre incluye a Borovikovsky, uno de los primeros pintores rusos.

En 1903, la familia de Sofronitzki se trasladó a Varsovia, donde Vladimir comenzó sus lecciones de piano con Lebedeva-Getcevich y desde los nueve años con Alexander Michalowski. En 1916, Sofronitzki comenzó sus estudios en el Conservatorio de San Petersburgo con el profesor Leonid Nicolaev. En 1919, Sofronitzki dio su primer concierto en solitario. En 1920 se casó con Elena Scriabin, una estudiante del Conservatorio de sus compañeros y la hija mayor de Alexander Scriabin. Se graduó en 1921 y comenzó su carrera de concierto. Sus actuaciones altamente estimados por Heinrich Neuhaus, Vladimir Horowitz y Egon Petri, así como por ex compañeros de escuela  Maria Yúdina y Dmitri Shostakovich.

En 1928, Sofronitzki fue a París a través de Varsovia, que pasó a ser que su última visita a la ciudad donde él había crecido. En Paris Sofronitzki se convirtió en amigo de Sergei Prokofiev y se reunió de nuevo en Nikolái Medtner. Regresó a Rusia en 1930 y a partir de entonces sólo apareció en Occidente en una ocasión, cuando de repente fue puesto en un avión y enviado por Stalin a tocar en la Conferencia de Potsdam en 1945.

En 1937 dio una serie de 12 conciertos "históricos" en San Petersburgo. En 1939 se convirtió en profesor en el Conservatorio de Leningrado. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial fue atrapado en San Petersburgo, donde el 12 de diciembre de 1941 tocó un concierto usando guantes con los dedos cortados: "pero cómo tocaba!" En abril de 1942 fue evacuado vía el "puente aéreo" de Leningrado hambriento y llevado a Moscú.

En 1943 se convirtió en profesor en el Conservatorio de Moscú, donde conoció y más tarde se casó con su estudiante, Valentina Duschinova (Sofronitzki). Tocó conciertos en su mayoría en Moscú, y, después de la guerra, en San Petersburgo, convirtiéndose en ampliamente considerado como el mejor pianista en Rusia.

En su tiempo V.Sofronitzki consideró que era el más grande pianista en Rusia, una "leyenda viva". Cada recital de Sofronitzki fue un evento espiritual para el público. Fue un verdadero poeta del piano, lleno de espíritu muy improvisada e inspiración. Tuvo una técnica y su forma de tocar consagrados a una amplia gama de colores y texturas, pero estas cosas podrían decirse acerca de muchos pianistas. Cuando en de su mejor Sofronitzki parecía a trascender los límites de la expresión normal e introduzca un nuevo Reino con mucha espiritualidad, eso hacia especial cada uno de sus conciertos.

Sofronitzki se celebró en la más alta estima por sus colegas, incluyendo Sviatoslav Richter, Emil Gilels y Heinrich Neuhaus. Fue amigo de Prokofiev y Shostakovitch y tuvo una profunda influencia en muchos músicos rusos, desde Vladimir Horowitz a  Kissin.

Cuando Richter y Sofronitzki bebieron un brindis para sellar su amistad, Sofronitzki proclamó a Richter un genio; la respuesta inmediata de Richter fue de llamar a Sofronitzki un Dios. Emil Gilels, al enterarse de la muerte de Sofronitzki, tiene fama de haber dicho "el pianista más grande del mundo ha muerto".

Fuente: http://www.sofronitsky.ru/en/biography.html

Hoy les presento un disco maravilloso, Sofronitsky interpreta piezas de Rachmaninoff y Scriabin


Sofronitsky

Que lo disfruten


jueves, 18 de noviembre de 2010

Haydn - Chello concierto No. 1

Este concierto fue compuesto por Joseph Haydn entre 1761 y 1765 para Joseph Weigl, destacado chelista de la orquesta de Esterházy que dirigía Haydn. Este concierto se creía perdido hasta 1961, cuando apareció en el Museo Nacional de Praga, entre diversos documentos pertenecientes al Castillo Radenin.

Como en otras obras compuestas para Weigl, se le exige al solista un gran virtuosismo. Las cadenzas del primer y segundo movimientos no son originales del compositor; normalmente, el chelista toca cadenzas de compositores anónimos del siglo XVIII u otras compuestas después de 1961.

Interpreta en el chello Jacqueline du Pré


Haydn Cello concerto 1


Que lo disfruten, altamente recomendado.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Boccherini Concierto para Chello No.9 - Jacqueline du Pré

Luigi Rodolfo Boccherini (Lucca, 19 de febrero de 1743 - Madrid, 28 de mayo de 1805) fue un chelista y un compositor italiano, perteneciente al Estilo galante y pionero del periodo clásico en la música. Boccherini compuso 12 conciertos para chello, el noveno concierto para chello fue arreglado por el chelista alemán Friedrich Grützmacher, versión que Jacqueline du Pré tocó junto al director John Barbirolli y la orquesta sinfónica de londres en 1967. 


Que lo disfruten

jueves, 4 de noviembre de 2010

Arthur Rubinstein

Arthur Rubinstein (Łódź, Polonia, 28 de enero de 1887 - Ginebra, 20 de diciembre de 1982) fue un pianista polaco de origen judío, célebre por sus interpretaciones de Chopin y de muchos otros compositores. Fue el séptimo hijo de una familia judía de tejedores afincada en Polonia. Empezó a estudiar piano a los tres años. Poco después pasó a la tutela del músico Alexander Rozincki, que rápidamente se desesperó ante la pereza del pupilo para realizar los ejercicios que se le exigían. Su enorme talento musical le llevó sin embargo a dar su primer concierto en público cuando contaba sólo con seis años. Las posteriores experiencias con profesores polacos siguieron igualmente un curso desafortunado, y en 1897 marchó a Berlín para conocer a Joseph Joachim, afamado violinista y amigo de Johannes Brahms. El músico alemán quedó maravillado y se ocupó inmediatamente de su educación musical, en la cual también participaron Max Bruch, Heinrich Barth y Robert Kahn. En 1900 se presentó ante el público berlinés bajo la dirección de Joseph Joachim y acompañado por la Orquesta Filarmónica de la ciudad interpretando el Concierto para piano no. 23 de Mozart, el Concierto para piano no. 2 de Camille Saint-Saëns, piezas de Schumann y de Chopin. Le siguieron otros conciertos en Alemania y en Polonia.

En 1904 debutó en París, donde poco más tarde fijaría su residencia. Dos años después daría su primer concierto en los Estados Unidos, en el Carnegie Hall, con la Orquesta Filarmónica de Filadelfia. El recibimiento fue frío, y la gira posterior en tierras norteamericanas tampoco estuvo marcada por el éxito. Siguieron conciertos en Austria, Italia y Rusia. En 1912 debutó en Londres, donde se le pudo oír como solista y compañero del violonchelista Pau Casals. Durante la Primera Guerra Mundial vivió principalmente en la capital británica. Ejerció de traductor, pues dominaba ocho idiomas, y tocó junto al violinista Eugène Ysaye. Conciertos en Sudamérica y España (1916/1917) despertaron su interés por Isaac Albéniz, Manuel de Falla, Enrique Granados y Villa-Lobos, cuyas piezas pasarían a partir de entonces a formar parte de su repertorio. Debido a un juramento realizado al estallar la guerra, no volvió a actuar en Alemania a partir del 1914. En los años veinte, después de una segunda gira por los Estados Unidos, tocaría principalmente en Europa.

Durante toda esta época reconoce Rubinstein que se salió un poco del camino y se dedicó a la tarea principal de un niño prodigio, “librarse de la inmadurez”. Según sus confesiones, se entregó a los placeres carnales; falto de ganas y de disciplina, se dedicaba al piano y en los conciertos confiaba ciegamente en su talento y su musicalidad: “De joven era vago. Tenía talento, pero había muchas cosas en la vida que me interesaban más. Grandes vinos, mujeres guapas, en la relación 20% y 80%, respectivamente”, motivo por el cual posiblemente nunca alcanzó la perfección técnica de sus concurrentes. Se designaba a sí mismo como “el último tahúr” entre los pianistas, hecho que posiblemente determinaba sus lugares de actuación. Le agradaba tocar en los países del sur, especialmente en España. Allí gustaba su temperamento desenfrenado, su ligereza, su ímpetu. Los cuatro conciertos planeados para el año 1916 pronto terminaron siendo más de cien. Se hizo amigo de la Casa Real, y el rey Alfonso le otorgó un pasaporte español para que pudiera viajar libremente en sus recitales en plena Primera Guerra Mundial. Tal era su reconocimiento que muchos países de habla hispana le declararon hijo adoptivo y se convirtió en uno de los más significantes intérpretes de su música. No gozaba de la misma celebridad en los Estados Unidos e Inglaterra. Dice Rubinstein con cierto sarcasmo y autocrítica: “La gente allí cree que paga para oír todas las notas. Yo, pero, dejo caer unas cuantas debajo de la mesa, alrededor de un 30%, y la gente se siente estafada. No podía estar sentado de ocho a diez horas delante del piano. Yo vivía para cada minuto. Admiro a Leopold Godowsky. Necesitaría quinientos años para tener su técnica. ¿Pero qué tuvo él de todo esto? Era un hombre infeliz, tenso, que se sentía mal cuando no estaba sentado al piano. ¿No dejó pasar su vida?”. Alguna vez dijo Rubinstein que Paul Dukas contribuyó a su salvación: “Diviértase cuanto quiera, pero no se eche a perder. París no es para usted. Vuelva a Polonia, encárguese de curarse en cuerpo y moral, beba leche, salga a montar en caballo, váyase a dormir a horas decentes, conviértase en un hombre honrado”, le dijo. Añade Rubinstein: “Fue un consejo muy sabio, y lo mejor es que lo seguí.”

Al parecer, dos hechos harían dar un giro a su vida, en ese momento: su boda en 1932 con Aniela Mlynarski, hija del famoso director polaco, y la brillante actuación de Horowitz en París. Según palabras del propio Rubinstein: “Vi en él al nuevo Liszt, capaz de dominar su época. Quería tirar todo por la ventana. Antes de morir, quiero demostrar aquello de lo que soy capaz. Cerré los puños, no por mucho tiempo debido a mi profesión, los abrí de nuevo y empecé a trabajar duramente. Tenía que vengarme. No de Horowitz, sino de mí mismo”.

Desde este momento asumió Rubinstein con renovadas fuerzas su dedicación a la música, se impuso autodisciplina y llegó a practicar hasta dieciséis horas al día. Semejante esfuerzo tuvo su recompensa, ya que tras su reaparición en el Carnegie Hall en el año 1937 fue aclamado como un genio y toda la gira por los Estados Unidos fue triunfal. Pudieron al fin escuchar el porcentaje de notas pertinente. Con cincuenta años se había convertido en un gran pianista.

Tras la invasión alemana de París en la Segunda Guerra Mundial, se trasladó con su familia a los Estados Unidos, país cuya nacionalidad obtuvo en 1946.

En las décadas siguientes dio conciertos por todo el mundo, realizó multitud de grabaciones y trabajó con músicos de renombre como Jascha Heifetz, Emanuel Feuermann, Henryk Szeryng y Gregor Piatigorsky. En 1958 volvió a tocar, después de más de veinte años de ausencia, en Polonia, donde el público le honró con lágrimas y una ovación en pie, la segunda en la historia de este país, después de la que recibiera Paderewski. Siguió tocando hasta una edad muy avanzada, siendo capaz de interpretar en una misma noche los dos conciertos de Brahms. Una ceguera progresiva le obligó a retirarse en 1976 ante el público londinense en Wigmore Hall.


Les presento a un pianista realmente maravilloso, una interpretación magistral de obras de Rachmaninoff.

Arthur Rubinstein

Que disfruten este sublime disco.

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