sábado, 11 de septiembre de 2010

Rachmaninoff - Las Campanas Op. 35

Las campanas Op. 35, es una sinfonía coral escrita en 1913. La letra proviene del poema Las campanas de Edgar Allan Poe, traducido con gran libertad al ruso por el poeta simbolista Konstantín Balmont. El canto llano Dies Irae se emplea con frecuencia a lo largo de la obra. Fue una de las dos composiciones favoritas de Rajmáninov, junto con Las vísperas, y es considerada por algunos como su mejor obra de estilo secular coral. Rajmáninov consideraba la obra como una sinfonía coral y su Tercera Sinfonía a la vez nada más acabar de escribirla; sin embargo, escrbiría más tarde una Tercera Sinfonía puramente instrumental durante sus años en el exilio.

Rajmáninov le escribió a su amigo Morozoff en diciembre de 1906, preguntándole qué tema sería apropiado para una pieza coral tras su Cantata de primavera. No recibió contestación alguna sobre su petición. Sin embargo, mientras estaba de vacaciones en Roma, Italia a principios de 1907, Rajmáninov recibió una carta anónima junto con una copia de la traducción de Las campanas realizada por Balmont. El remitente le instó a que leyera los versos, sugiriéndole que eran apropiados para lo que quería componer y que le parecerían especialmente apropiados. (Esta sugerencia fue tanto extremadamente susceptible como oportuna. Tras la muerte del compositor se pudo saber la identidad del remitente que parece haber sido Mariya Danilova, en ése entonces una joven estudiante de violonchelo del Conservatorio de Moscú).

Las campanas establece parelismos entre el compositor y su antiguo mentor, Piotr Ilich Chaikovski, tanto la obra como las circunstancias de su composición. Casualmente, Rajmáninov escribió la sinfonía en Roma, Italia en el mismo escritorio donde Chaikovski solía componer. La composición, al constar de cuatro movimientos que reflejan la vida desde el nacimiento a la muerte, hace suponer que el final sería un movimiento lento. Por varios motivos, es homóloga a la Sinfonía Patética de Chaikovski, así como Das Lied von der Erde de Gustav Mahler. El cuarto movimiento, con su imagen del demoníaco tañedor de campanas, es una referencia a la escena del dormitorio de La dama de picas.

Los cuatro movimientos son los siguientes:

1.Allegro ma non tanto

2.Lento

3.Presto

4.Lento Lugubre

Interpretan Choral Arts Society of Philadelphia, the Philadelphia Orchestra, Charles Dutoit - Dirección


Aqui

Que las disfruten

5 comentarios:

  1. Estimado Marco, preciosa aproximación a una obra bellísima. ¡Muchas gracias!

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  2. I

    Escuchad las campanas de los trineos.
    ¡Campanas de plata!
    ¡Qué mundo de diversiones anuncia su melodía!
    ¡Cómo tintinean, tintinean, tintinean,
    en el aire helado de la noche!
    Mientras las estrellas que centellean
    por todo el cielo parecen parpadeantes
    con cristalina delicia;
    guardando el compás, compás, compás,
    como en un rúnico ritmo,
    en el campanilleo que surge tan musicalmente
    de las campanas, campanas, campanas, campanas,
    campanas, campanas, campanas,
    del sonar y repicar de las campanas.

    II

    Escuchad las dulces campanas nupciales.
    ¡Campanas de oro!
    ¡Qué mundo de felicidad su armonía anuncia
    en el fragante aire de la noche!
    ¡Cómo transmiten por doquier su delicia!
    Más allá de las fundidas notas de oro
    y todas en armonía
    qué líquida canción flota
    para la tórtola que escucha, mientras se regocija
    con la luna.
    Oh, de las sonoras celdas,
    ¡qué borbotón de alegría surge voluminosamente!
    ¡Cómo se dilata!
    ¡Cómo resta
    en el futuro! ¡Cómo dice
    la gran alegría que excita
    el balanceo y el tañido
    para la tórtola que escucha, mientras se regocija
    de las campanas, campanas, campanas,
    de las campanas, campanas, campanas, campanas,
    campanas, campanas, campanas,
    al ritmo y repique de las campanas!

    III

    Escuchad las sonoras campanas de alarma.
    ¡Campanas de bronce!
    ¡Qué historia de terror cuenta ahora su turbulencia!
    En el sobresaltado oído de la noche,
    ¡cómo chillan su espanto!
    Demasiado asustadas para hablar,
    sólo pueden chillar, chillar,
    fuera de tono,
    llamando clamorosamente a la misericordia del fuego,
    en una loca discusión con el sordo y frenético fuego,
    que sube más arriba, más arriba, más arriba,
    con su desesperado deseo,
    y un resuelto esfuerzo
    ahora -ahora ponerse, o nunca,
    al lado de la pálida cara de la luna.
    ¡Oh, las campanas, campanas, campanas!
    ¡Qué historia cuenta su terror
    de desesperación!
    ¡Cómo rechinan, chocan y rugen!
    ¡Qué horror vuelcan
    en el pecho del aire palpitante!
    El oído comprende completamente,
    por el tañido,
    y el rechinar,
    cómo se abate e hincha el peligro;
    el oído distingue claramente
    en el doblar
    y en el balancear
    cómo se abate e hincha el peligro
    por la fatiga o el aumento de la ira de las campanas-
    de las campanas-
    de las campanas, campanas, campanas, campanas,
    campanas, campanas, campanas,
    ¡en el clamor y estrépito de las campanas!

    IV
    Escuchad el tañido de las campanas.
    ¡Campanas de hierro!
    ¡Qué mundo de solemnes pensamientos su monotonía impone!
    En el silencio de la noche,
    ¡cómo nos estremecemos de miedo
    con la melancólica amenaza de su tono!
    Cada sonido que flota
    de sus oxidadas gargantas,
    es un gemido.
    Y la gente -ah, la gente-
    que está encima del campanario,
    sola,
    y que dobla, dobla, dobla,
    en ese ahogado único tono,
    encuentra una gloria al tirar
    una piedra en el corazón humano.
    No son hombre ni mujer.
    Tampoco bestias ni humanos:
    son vampiros;
    su rey es quien dobla:
    y repica, repica, repica,
    repica
    un himno con las campanas
    ¡y su pecho alegre se dilata
    con el himno de las campanas!
    Y baila y grita;
    guardando el compás, compás, compás,
    en un rúnico ritmo,
    al himno de las campanas.
    De las campanas:
    guardando el compás, compás, compás,
    en una especie de rúnico ritmo,
    al palpitar de las campanas;
    de las campanas, campanas, campanas,
    al sollozo de las campanas.
    Guardando el compás, compás, compás,
    mientras toca, toca, toca,
    en un féliz ritmo rúnico,
    al tañido de las campanas:
    de las campanas, campanas, campanas,
    al doblar de las campanas,
    de las campanas, campanas, campanas, campanas,
    campanas, campanas, campanas,
    al quejido y lamento de las campanas.

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  3. gracias por subir esto, no lo encontraba en ningun lado

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